LA UNIÓN DE LOS OPUESTOS
COMPRENSIÓN
Por: Maurice Nicoll
COMPRENSIÓN
En los últimos
comentarios sobre algunas de las ideas de Trabajo hemos hablado de las
decisiones ordinarias que se toman sobre la base de si o de no.
A este respecto hemos
adelantado la idea de la ley del péndulo.
El péndulo psicológico
oscila de un lado al lado opuesto.
Mencione que el Sr.
Ouspensky había dicho que somos conscientes en el sentido ordinario en las
oscilaciones opuestas del péndulo psicológico.
No somos conscientes en
las etapas intermedias.
Dijo que el péndulo
tiene un movimiento más rápido en el punto medio y que con nuestros HIDRÓGENOS
LENTOS que están subordinados al llamado estado de conciencia que en el Trabajo
siempre se compara con un estado de sueño, no tenemos la rapidez de percepción
interior ni el poder de registrar las octavas "más finas de significado,
que pertenecen a la vecindad de las partes medias del péndulo.
Agregó que en todas las
situaciones a que nos vemos enfrentados, en especial cuando nos identificamos
con ellas, no captamos los más finos significados de dichas situaciones, y que
si pudiéramos trabajar con la velocidad de la percepción emocional, esto es,
con el Hidrógeno 24 —y aun más con el Hidrogeno 12— obtendríamos una gran
riqueza de nuevos significados y nuevas percepciones interiores.
Veríamos diferencias
mucho más finas, soluciones muy diferentes para los problemas con los cuales
nos vemos enfrentados y podríamos darnos cuenta de la inmensa distancia de
significado que hay en realidad entre las cosas que por lo general contemplamos
como un todo continuo.
Pero tal como somos,
nuestra vida psicológica, nuestra invisible vida interior, está controlada
generalmente por el Hidrógeno 48 y está situada particularmente en la parte
formatoria del centro intelectual que trabaja con este lento hidrógeno, con
este pesado combustible.
Como es sabido, el
Trabajo enseña que en la parte formatoria, nuestro pensamiento, nuestra
completa perspectiva mental, es sólo capaz de expresarse en termino de si o de
no.
Enseña que, en
contraste, los centros superiores trabajan en términos de si y de no.
Esto significa que
nuestro pensamiento ordinario en el que tanto confiamos y al que tanto seguimos
no es el pensamiento real.
Solo trabaja excluyendo
un lado y afirmando el lado opuesto, o viceversa.
Por esta razón, todo el
mundo de los hombres, de las clases y naciones, está dividido en campos
opuestos, las gentes de un lado o del otro lado.
Así nos atormentamos a
todo lo largo del día con preguntas de este tenor: "¿Cree o no en
esto?" "¿Le gusta o no esto?"
¿Es usted así o no es
así?"
En el Trabajo hay una
frase de la que se abuso en la práctica y que dice que la parte formatoria de la
mente es la "Tercera Fuerza Ciega".
Esto significa que hay
siempre un balanceo entre los opuestos —este si o no— y que existe una fuerza
neutralizante —ni si ni no— una fuerza armonizante que une a los opuestos en
una combinación, una fuerza que no podemos comprender comúnmente.
Esta unión de los
opuestos, esta fuerza reconciliante, esta tercera fuerza, conecta a los dos
opuestos y es empero diferente de cada uno de ellos.
Recordemos una de las
definiciones de la tercera fuerza que esta entre los dos opuestos y las fuerzas
mutuamente destructoras llamadas fuerzas activa y fuerza pasiva.
Esta definida como una
fuerza relacionante.
Es una fuerza que
participa de los lados opuestos de cualquier cuestión, y los pone en una nueva
relación, en una síntesis, sin ser sin embargo ninguna de las dos.
La llame en el último
comentario "X", es decir, algo que nos es desconocido mientras
estemos en este nivel de comprensión.
Les pregunté si no se
sentían cansados, después de haber pasado largo tiempo en el Trabajo y haber
seguido la senda de la observación de si, de tomar súbitas decisiones que son
en la práctica superadas por un resultado opuesto de lo que se esperaba.
Nos proponemos algo en
una de las oscilaciones del péndulo y no podemos cumplirlo o nos sorprende ADVERTIR
cómo da origen al lado opuesto.
Naturalmente, porque un
propósito que se hace desde un lado de la oscilación del péndulo fue hecho sin
calcular la segunda fuerza, la fuerza de resistencia que se le opone.
Sin embargo, al
principio es preciso hacerse un propósito de esta clase porque nos damos cuenta
de que NO PODEMOS HACER en el sentido ordinario de la palabra.
Esto nos hace conocer
gradualmente la idea de lo que significa no poder hacer en su sentido más lato,
a saber, que debemos ayudarnos.
Ahora bien, siempre
recibimos ayuda de los centros superiores que están plenamente desarrollados y
siempre están trabajando en nosotros, siempre nos están hablando, de hecho, siempre
nos están diciendo lo que debemos hacer y creo que aquí no exagero.
Pero no podemos
comprender este lenguaje, esta ayuda porque está en términos de si y no, en
términos de esa "X", de esta solución media.
Nuestra parte
formatoria, en especial, no puede oír los mensajes de los centros superiores
porque está siempre dividiendo todos en dos afirmaciones contradictorias, en si
o no, en dos opuestos, que al parecer son irreconciliables.
Pero hay un punto en la
oscilación del péndulo, aunque en ese lugar tenga la mayor velocidad, un punto
justo en medio de los dos lados de esta oscilación, en el cual penetran
significados completamente nuevos.
Si bien no estamos
internamente suficientemente despiertos, suficientemente alertas para oír, para
comprender, para captar y registrar lo que sucede en ese punto, cabe la
posibilidad de NO ACEPTAR LAS SOLUCIONES que surgen cuando estamos en un
extremo o en el otro de la oscilación.
Quiero decir, desconfiamos
del ordenamiento de pensamientos y sentimientos pertenecientes a esas
oscilaciones extremas, a esos opuestos, en los cuales por lo general somos
conscientes en el común segundo estado de conciencia.
Y nos disgusta esta
división vulgar, este lenguaje vulgar, estas soluciones vulgares, de hecho,
estas violentas soluciones para resolver nuestros problemas.
Nos damos cuenta que son
inútiles y que es necesario un reordenamiento mucho más pronunciado.
Ahora bien, si toman a
una persona ordinaria que es muy porfiada estarán de acuerdo conmigo que
siempre se inclinará hacia un lado o hacia el otro en todas sus opiniones.
Hace muchos años,
hablando de la unión de los opuestos, el Sr. Ouspensky dijo que debemos
aprender a discutir desde puntos de vista opuestos.
Un hombre porfiado —y
desde luego ese hombre es nosotros mismos— suele decir: "Siempre creo,
siempre digo..." y así sucesivamente.
Ahora bien, si su estado
interior psicológico descansa sobre una base de esta clase no podemos hacer
este Trabajo.
El fundamento
psicológico es completamente equivocado.
Nos forjamos imágenes de
nosotros mismos.
Se conoce muy bien a una
mujer, a un hombre, con vigorosas imágenes de si mismo, después de conversar
con él un rato.
Tienen cierta idea de si
mismos, franca o encubierta.
Tienen ciertas
opiniones.
Sostienen tal o cual
opinión, pero no se dan cuenta de ello necesariamente.
Ahora bien, el objeto de
este Trabajo en su lado práctico es dejar penetrar un rayo de luz en las
tinieblas interiores de nosotros mismos, en ese lado no percibido.
La luz significa
conciencia.
En nosotros tenemos un
lado oscuro, un lado en la oscuridad que no vemos.
Por lo que respecta a
las imágenes de nosotros mismos, ¿que resulta de la luz?
Resulta que es posible
ver una parte de la oscuridad y llevarla a la conciencia.
Esto es una extensión de
la conciencia, un acrecentamiento de conciencia.
Han oído decir a menudo
que el Trabajo se propone acrecentar la conciencia, primero en nosotros mismos,
luego en las otras gentes, porque este es el único orden posible.
Un hombre, por medio de
la observación de si, acrecienta la conciencia de si mismo.
Ya no vive más en el
jardín del frente, da la vuelta a su casa y así ejecuta un círculo.
Esta inclusión en la
conciencia de lo que ignoramos, como en el caso de ver lo que somos en lugar de
vivir en imágenes, en el "Yo" Imaginario, une a los opuestos.
El efecto que produce la
luz al caer sobre las imágenes" de nosotros mismos es por lo tanto el de
cambiar todo el sentimiento, toda la idea que tenemos de nosotros mismos.
Maurice Nicoll

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