LA SEGUNDA
FUERZA
Por: Maurice
Nicoll
La gente desea
que le den el sol en seguida, y no comprende que tiene que enfrentarse con la
segunda fuerza y trabajar duramente antes de poder lograr algo.
Hare esta
pregunta: ¿Son vagabundos o lunáticos?
En una de las
piezas de Ibsen hay la descripción de un joven muy desequilibrado que termina
su vida pidiendo a gritos que le den el sol.
Cuando vi ese
drama hace muchos años ese final me impresionó.
Pensé que en
ello había algo que no comprendía.
Entiendan que
nunca se me había ocurrido que existe en la vida la segunda fuerza y que por lo
tanto todo requiere un esfuerzo.
Algunos de
ustedes recordaran que Ícaro creía que podía volar hasta el sol llevando las
alas inventadas por su padre, que según se decía estaban hechas de cera.
A medida que se
elevaba acercándose al sol sus alas se fundieron y se despegaron, y cayo en el
mar, llamado en su recuerdo desde entonces el mar de Ícaro.
Si comprenden lo
que quiero decir, no había calculado la segunda fuerza —a saber, las
dificultades implicadas en hacer cualquier cosa.
MÉTODOS
EQUIVOCADOS………
Pero el caso de
Ícaro se refiere psicológicamente al hombre que cree poder alcanzar el ser
Divino y no se da cuenta que carece de FUERZA Y COMPRENSIÓN, y contempla todo físicamente,
empleando MÉTODOS EQUIVOCADOS, pensando que por elevarse en el aire hacia el
sol, el sol externo y visible, puede cambiar su nivel de ser.
EL SOL
REPRESENTA LOS CENTROS SUPERIORES………
No se da cuenta
que el sol representa externamente los centros superiores en él y que tiene que
trabajar mucho sobre sí para alcanzar ese nivel, representado en la vida
visible por el sol.
Ha de alcanzar el
sol invisible en sí mismo.
No comprende
que el desarrollo del ser es una cuestión interna y es muy posible si a uno le
enseñan cómo lograr tal desarrollo.
En otras
palabras, piensa externamente y cree que mediante, digamos, complicadas
maquinarias, puede alcanzar el sol, o aun las estrellas.
Todo el
esoterismo, todo este trabajo, nos enseña que no podemos ser diferentes a menos
de cambiar internamente nuestro nivel de ser.
No importa
cuántos coches, cuántas alas de Ícaro se tengan, cuántos nuevos plásticos nos
sujetan las alas al cuerpo, no se podrá alcanzar el sol en uno mismo, a saber,
los centros superiores.
Sin embargo,
supongo que a muchos les cuesta comprenderlo porque siguen creyendo que son tan
sólo su cuerpo.
Tales personas
imaginan que yendo al espacio y elevándose cada vez más alto pueden cambiar su
ser y que el reino de los cielos está en un lugar elevado del espacio.
Pero una persona
puede cambiar su ser sin necesidad de un aeroplano ni de las alas de Ícaro.
OBSERVÁNDOSE,
RECORDÁNDOSE Y NO IDENTIFICÁNDOSE………
Puede cambiar
su ser aún viviendo en una pequeña célula, observándose y recordándose a si
mismo, y no identificándose.
¿No es extraordinario
que la gente pueda creer que un cambio de las circunstancias exteriores, como
tomar otra mujer, comprar otra casa, otro coche, cambiar de gobierno, pueda
hacerla diferente?
¡Imaginan que ellas podrían ser diferentes!
Permítanme
decirles que el trabajo les asegura que nada sería diferente por más que
cambiaran sus circunstancias externas.
El Trabajo dice
que para ser diferente es preciso cambiar nuestro ser, porque si no cambiamos
nuestro ser atraeremos siempre las mismas circunstancias, las mismas
dificultades.
Si nos gusta podemos
ir a la estratosfera —¿Acaso esto nos cambiará?
Lo único que
lograremos es vanagloriarnos cada vez más.
Si volamos a la
parte más lejana de la tierra —¿acaso nuestra insensatez no es la misma?
Ahora bien, la
segunda fuerza aparece en dos situaciones diferentes y actúa en dos lados
distintos de nuestra vida.
Ante todo, la
segunda fuerza parece estar fuera de nosotros y toma, digamos, la forma de
imposibilitarnos la obtención de un empleo o pasar un examen, o nos hace sentir
que si solo tuviéramos una mejor situación, una casa mejor, todo sería
diferente.
Esta es la
segunda fuerza vista externamente que siempre está en oposición a nosotros, y
entiendan que la segunda fuerza en esta forma externa nada tiene que ver con el
dinero que se tiene o no.
Sucede muchas
veces que cuando la gente tiene más dinero encuentra la vida más difícil que
antes.
Pero la segunda
fuerza nos enfrenta también cada vez que hacemos este trabajo. Esto es lo
importante.
El trabajo se
inicia con la auto-observación y con el intento, digamos, de no identificarse
demasiado, ni de ser demasiado negativo. Aquí hallamos la segunda fuerza de una
manera formidablemente asequible.
Se descubre que
uno no puede observarse ni recordarse a si mismo, que no se puede evitar el
identificarse.
Así la segunda
fuerza sigue al parecer dos direcciones.
Para las gentes
que no hacen el trabajo, la segunda fuerza solo parece existir fuera de ellas.
Supongamos que
una persona se hace un propósito en relación con el trabajo —hallará al punto
que la segunda fuerza se opondrá a que cumpla su propósito—.
Y durante muchos
años le costará mucho habérselas con la segunda fuerza.
Muchas personas
creen que les sería muy fácil ser lo que desean si tan sólo lo desearan
verdaderamente.
Tienen la certidumbre
que pudieran ser diferentes si lo
desearan.
Que lo
intenten.
El nivel de
nuestro ser siempre atrae su propia calidad de segunda fuerza.
Y no importa cómo,
una persona puede modificar sus circunstancias externas, si le es posible, y
cuánto dinero le hayan dejado, y otras cosas semejantes, tendrá la misma
segunda fuerza que surge de si misma.
Una persona
siempre se preocupó por todo, digamos, y de pronto recibe mucho dinero.
Desea ser
feliz, pero su nivel de ser se caracteriza por el estar siempre preocupado, y
seguirá preocupándose, quizá por tener demasiado dinero.
En este trabajo
nos dan órdenes muy estrictas, en cuanto lo comprendemos, de no preocuparnos.
¿No comprenden
que no pueden cambiar su ser si siempre la misma cosa predomina en el ser — por
ejemplo, siempre preocuparse por todo?
Esta es una
enfermedad psicológica.
Lo curioso es que
si sigue el trabajo y se separa uno de las diversas cosas que el trabajo nos
enseña a separarnos, no sólo nuestro ser atraerá una vida interior muy
diferente, sino que nuestra vida externa llegará a ser diferente.
Conoceremos a
nuevas personas.
Por eso me
parece que la segunda fuerza en la vida y la segunda fuerza en el trabajo ESTÁN
INTERRELACIONADAS.
A menudo,
cuando se fracasa en la vida externa, se debe a que no se trabaja o no se
piensa bastante según uno mismo, y esto significa por lo general que nuestro
ser atraerá el fracaso porque es demasiado perezoso.
Ahora bien,
muchas gentes creen que Dios creó el mundo para que lo gozaran, pero Dios, es
preciso recordarlo, cuando lo creó lo dividió en tres fuerzas: activa, pasiva y
neutralizante.
Eso está en la
naturaleza de las cosas.
Esto significa que
cada ser humano tendrá que enfrentarse con la segunda fuerza de algún modo u
otro, sea que esté en circunstancias cómodas o no.
La segunda
fuerza existe externa e internamente, y a no ser que se la vea, siempre se
echará la culpa a alguien.
Les haré una
pregunta extraña.
Supongamos que
una persona es Dios y haya creado todo para hacer su voluntad, ¿no se aburriría
si todas las personas se comportaran rectamente?
¿No creen que
fue necesario INTRODUCIR LA SERPIENTE para que algo anduviese mal?
Tendrían que
leer el interesante relato simbólico que Moisés nos da en el Génesis acerca del
Hombre que fue creado en el Paraíso donde probablemente no había segunda
fuerza.
¿Han observado
alguna vez a un niñito jugando con un tren eléctrico que funciona
maravillosamente?
Se aburre.
Pero si uno de
los rieles se sale de lugar en seguida se interesa.
Lo importante
es que la segunda fuerza está en la naturaleza de las cosas, y no es un Dios
maligno sino un aspecto de Dios con el cuál hemos de luchar para
desarrollarnos.
Tendrán que
comprender que sin segunda fuerza nada puede crecer internamente.
Cuando luchamos
contra nuestra mecanicidad y tratamos de comportarnos más conscientemente, ¿acaso
no estamos luchando contra la segunda fuerza en nosotros?
SERES
AUTO-DESARROLLANTES………
¿Cómo podrían
esperar que fuera posible desarrollarse, si fuimos creados como seres auto-desarrollantes,
si todo anduviera como lo deseamos?
Maurice Nicoll

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